Alas de mariposa

Otro brevísimo relato. “No puedes tocar las mariposas”, decía siempre mamá. Nunca llegué a preguntarle si era una imposibilidad física, cosa bastante probable dada la velocidad con la que levantaban el vuelo ante cualquier movimiento, o por el contrario algún tipo de mandato ético o natural –tal vez sus alas

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Fragmentos (C.6)

[…]más tiempo del que inicialmente creía. La propietaria del edificio donde vivía Alejandro era una mujer de mejillas sonrosadas que aparentaba afable y cercana. El primer pensamiento que tuve al verla fue que si llevase un colorido capirote habría dudado si estaba ante la encarnación de Lisa, la entrañable compañera

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