Producción agrícola, verticalización y distribución eficiente: adelgazando la cadena
Últimamente, a raiz de un proyecto paralelo, me ha dado por pensar en temas relacionados con la cadena de distribución de productos de alimentación hortofrutículas y su eficiencia. En un contexto de crisis y de continuo incremento de los costes de transporte, el adelgazamiento de todo el ciclo debiera ser una ventaja competitiva importante, y -en teoría- debería fomentar el consumo de productos cercanos y de temporada. La agricultura ecológica, por sus especiales características sería un ejemplo paradigmático.
Sin embargo, seguimos viendo que a menudo en las tiendas resulta más barato el producto más lejano. Para colmo, los ciclos de reposición más largos, facilitan que consumamos productos de menor calidad, que han sido madurados en cámaras y manipulados y almacenados más veces y durante más tiempo.
La primera pregunta que cabe hacerse es por qué resulta más barato un kilogramo de kiwis italianos en cualquier supermercado, que uno de kiwis asturianos en una pequeña frutería que compre directamente al productor. Resulta obvio que en la distribución en general, y en la de productos perecederos en particular, existen unas evidentes economías de escala.
Además, los productos hortofrutícolas no son como otros productos alimentarios, los cuales se fabrican. La producción en serie se puede prever, estimar y planificar; en resumen, la fabricación de productos perecederos se presta a hacer fabricación ‘pull’. Pero las frutas y verduras no tanto. Está claro que las cámaras frigoríficas y otras cosas ayudan a dar cierta flexibilidad, pero al final hay que vender la producción y las economías de escala de la gran distribución ganan por goleada.
Actualmente ya son muchas las cooperativas y productores que venden sus productos de forma directa a consumidores a través de Internet. También que sirven directamente a las pequeñas tiendas independientes. Se elimina así al tan denostado intermediario. Y sin embargo…los productos no son más baratos, generalmente al contrario.
Aun asumiendo que en muchos casos los productos gozan de mayor calidad, parece claro que hay una pérdida de eficiencia importante derivada de trabajar con pequeñas cantidades. Cuando el productor, o un grupo de ellos (cooperativa) se hace cargo de más elementos de la cadena tiene que lidiar con otra clase de problemas que normalmente correspondían a otras empresas.
¿Cuáles son entonces los puntos ‘a atacar’ para conseguir una mayor eficiencia en la producción y distribución? ¿Qué ventajas puede tener, y qué aspectos debe mejorar para conseguir conjugar un producto asequible, y de calidad, y un cliente satisfecho?. En mi modestísima opinión:
- Planificación/estimación de la producción lo más precisa posible: esta variable es tanto más importante cuanto más corto es el ciclo de vida del producto.
- Gestión de la demanda y minimización de los excedentes: cuando se coloca la producción a un gran distribuidor, una de las principales ventajas es la sencillez en la gestión de la demanda y del stock. Manejar más transacciones y de menor volumen hace imprescindible asumir el trabajo de gestión de la demanda con un objetivo de excedente y desperdicio cero, punto donde juega también la fijación dinámica de precios.
- Organización de la distribución: de nada sirve optimizar todos los pasos anteriores si trabajamos con plazos de abastecimiento largos. Cada hora en cámara/almacén intermedio/camión es una hora menos en tienda. O, desde otro punto de vista, lo que interesa al final es el tiempo total transcurrido entre la recolección y la venta, y su coste.
Algunas ventajas asociadas que el ‘verticalizarse’ (en suma, es lo que estaría haciendo) puede tener para el productor podrían ser:
– Permitir/potenciar la fidelización del cliente final.
– Creación de marca y diferenciación del producto, tradicionalmente genérico.
– Reducción de los costes financieros (cobro a plazos más cortos, etc.)
En todo la antes expuesto entra en juego un elemento que hace un poco más asequible el conseguir un buen resultado para quienes lo intenten: la tecnología. Obviamente, ningún ERP va a ocuparse de transportar la mercancía, pero sí es posible implantar y desarrollar herramientas tecnológicas para la planificación de demanda, fijación dinámica de precios, planificación de abastecimientos, y otros aspectos.
Desde luego, el reto me parece apasionante. Me encantaría conocer casos e iniciativas relacionadas con todo esto.