Relato: En blanco y negro

Un día, soñó que todos los libros se gastaban al leerlos.

No como se gastan los libros normalmente, sino que la letra impresa desaparecía nada más leerla. Las letras iban desapareciendo una a una a medida que la vista las iba alcanzando y ya nunca más se podían leer.

No era posible ya más leer sin prestar atención, pues nunca podías volver atrás. Tampoco eran necesarios los marcadores, porque para saber dónde habías interrumpido la lectura solo había que buscar el final del desierto blanco de páginas. Una vez leído, ya solo quedaban unas tapas encuadernando un montón de páginas en blanco numeradas y tal vez el recuerdo de éstas. Había que tomar una frase, leerla y luego cerrar los ojos para saborearla lentamente -acaso memorizarla- antes de hacer desaparecer la siguiente.

Cuando despertó, sobresaltado, se abalanzó sobre el libro que reposaba en su mesilla de noche para comprobar que lo leído unas horas antes seguía allí.

Respiró aliviado pero no se dio cuenta que, tras de sí, iban quedando cientos de páginas en blanco.