Diario
Diario
Empecé a escribir de modo bastante previsible, como una suerte de terapia que me ayudaba a sobrellevar una vida cruzada por la monotonía y repleta de pequeñas y grandes contrariedades. Después de años leyendo compulsivamente me parecía una maniobra sencilla e inocente, pero con un tremendo poder de liberación.
Comencé por pequeñas y espontáneas historias en las que intentaba introducir un toque luminoso, amplificar los breves instantes de ese cariz que traía cada día, pero pronto empecé a sublimar en mis relatos los impulsos y arrebatos que no alcanzaba a expresar de otro modo. Dominaba el poder oculto en las palabras, las gobernaba y guiaba a mi antojo.
El día en que vinieron a detenerme se llevaron todos mis manuscritos farfullando algo sobre que ningún abogado sería capaz de sacarme de esta. Pretendo crear uno que lo haga en cuanto sea capaz de hacerme con papel y lápiz.
Marzo 2012