De ‘giras OT’ Vs. música

Ya he hablado aquí -y en otros sitios- mucho de la tan traída y llevada crisis en la industria musical, pero no se cansa uno.

El caso es que las recientes fiestas de S. Mateo en Oviedo me han servido para ver algunas cosas sobre las que reflexionar.  Cierto es que en unas fiestas pagadas con dinero público (solo eso ya daría para discutir largo y tendido) es entendible que haya un poco de todo, pues al fin y al cabo hay que intentar que haya una oferta musical variada que pueda interesar a personas muy diferentes.

El caso es que uno de los días de esas fiestas, la estrella era la ‘gira Operación Triunfo’.  A continuación, un concierto de Youssou N’Dour.  Llegué demasiado pronto, así que hube de tragarme buena parte de la ‘ejecución’ de la enésima promoción de triunfitos.  Lo que más sorprende de todo no es lo mal que cantan los muchahos, ni su pésima pronunciación en inglés, ni la poca pasión que ponen unos músicos consagrados a servir de base de karaoke, tampoco que destrocen con impunidad a Coldplay, Antonio Vega y lo que se les ponga por delante.  Lo que más sorprende son los alaridos de éxtasis del público cada vez que empieza o termina una canción -juro que durante un buen rato creí que eran pregrabados-.  Cualquier orquesta de las que se pasean todos los veranos los pueblos españoles tiene un repertorio más completo, y unos intérpretes más solventes y motivados. Pero no han salido por televisión.  Al terminar el recital de despropósitos, desbandada casi general en la Plaza.  Pocos sabían quién era Youssou N’dour.

Así es la realidad musical.  Sólo dos días antes, la programación festiva política nos dejó otra ocasión para constatar lo aborregada que está la masa con respecto a la música.  Tocaban PigNoise -la misma noche que WarCry-.  Los chicos hacen un punk-pop sin grandes pretensiones, y hace dos años ya habían tocado en el mismo contexto y el mismo recinto.  Entonces éramos apenas 150 personas y reconozco que en aquella ocasión me lo pasé bien.  Ahora éramos tranquilamente 10 veces más, y la media de edad apenas pasaba de los 15 años.  Los chicos de Pignoise ya no enlazan canciones a ritmo de vértigo (sus nuevos fans necesitan darle al litro y ‘socializar’), ni hacen guiños a Ramones, porque ninguna de esas niñas con los mofletes o los pechos pintados con el nombre de su cantante, sabrán  nunca  quienes son Ramones.

Tenemos la música que nos merecemos.