Relato: Soplido (Ancla de la esperanza)

Hubiese bastado un discreto pero firme soplido, como el de quien apaga una vela antes de retirarse a dormir, de tu indiferencia para derrumbar -como en el cuento aquel- la frágil casita de paja en que guardaba su esperanza. Creo que tú eras consciente de ese poder que albergabas, pero nunca llegaste siquiera a pensar en usarlo.

Más bien al contrario, le prestaste una atención sincera que casi llegó a sentir como inmerecida. Te convertiste en la voz de su conciencia, en la medida de sus recuerdos, en su confidente y en la mano a la que ocasionalmente se agarraba para no caer. Justo es decir que también ocurría en sentido contrario en otras tantas ocasiones.

Hubiese bastado un discreto pero firme soplido, como el de quien intenta avivar un fuego, de su esperanza para derrumbar -como en el cuento- la frágil casita de paja en que guardabas un ancla con forma de sonrisa eterna.