Relato: Origen

Las personas normales piensan que las historias son, en el mejor de los casos, un relato de la realidad. Yo sé que no es así.
Al contrario, lo que suele salir de la pluma inspirada es, precisamente, la receta de la realidad. Cada palabra construye piezas, las arma, sitúa unas encima de otras y, aun en un equilibrio precario, da forma a todo alrededor.

La otra noche, atrapado de nuevo por el insomnio, la pasé en vela perfilando a partir de palabras, con la máxima precisión que pude, un hombre y una mujer.
Les dí un nombre, les proporcioné unos cuerpos y puse todo el empeño en describir sus almas. Por compartir alguno de los que me atormentaban, les traspasé unos cuantos miedos y deseos. Con la misma tinta grabé en su memoria recién inventada los primeros recuerdos.

Para cuando salió el sol, se habían cogido de la mano y caminaban solos. Yo me dormía por fin con la pluma apretada como un tesoro.

Soñé que mi nombre era el seudónimo de Dios.