Pasado

Trozos rotos de cartón, confeti hecho a mano con identidades vagamente familiares. Las tarjetas de visita recopiladas durante años de reuniones reducidas a escombros, una montonera de pedazos de nombres y cargos, direcciones y teléfonos despedazados sin miramiento.

Unas manos desnudan poco a poco el tarjetero y convierten el contenido de cada una de sus páginas en nuevos pedacitos para la pila en que se encuentran la insolencia triturada de un jefe de fábrica, y la afabilidad de una operaria de almacén. La dedicación de aquel mecánico y la condescencia de una responsable de recursos humanos despiezadas.

Antes de marcharse dejando la mesa vacía para siempre, abre la ventana del que había sido su despacho en la cuarta planta y hace volar desde ella todos los papelitos. Se dispersan en todas direcciones en un remolino azuzado por el viento y él exclama con un tono nostálgico pero convencido “¡Ahora sois libres!“.