Venganza
Planeando una venganza a la altura de su traición, ninguna me parece suficiente. Se va la tarde, oscurece el día y la noche me encuentra intentando maquinar algo con que cobrarme el justo precio.
Y en esas se me van cerrando lentamente los ojos, me duermo, y al despertar descubro que mi mente ha obrado la más implacable de todas las venganzas: el olvido.