Avaricia

Como en los últimos tiempos mi creatividad anda por los suelos, para no perder la costumbre de subir algún relato voy a tirar de uno muy viejo que tenía por ahí.

AVARICIA
Era feliz. Pero a veces, antes de dormirse, en su cama la melancolía instauraba su dominio y extendía su imperio sin que pudiese hacer nada por evitarlo. Fue por eso que poco a poco fue robándole horas al sueño, para evitar encontrarse con esa compañera que iba haciéndose poco a poco con su alegría. Quería evitarla, deshacerse de ella, prolongando al máximo su día, estirando sus horas de felicidad. Pero cuando llegaba el momento del sueño, aparecía ella, puntual como siempre, impredecible, breve, eterna. A veces deseaba llorar para hacerla desaparecer para siempre pero no podía, porque era feliz.
Así que dejó de dormir.
Vendió la cama, porque ya no la necesitaba y no soportaba ver presidiendo su habitación a una aliada de la causa melancólica. Luego cerró bajo llave su cuarto. En su vida ya no existían dias y noches, desaparecieron de su cabeza pijama y despertador y de todos sus libros, de sus pensamientos y hasta de su memoria se fue borrando poco a poco la palabra sueño. Empezó a ocupar ese tiempo que acababa de ganar en disfrutar de aquello que tenía sin preocuparse de las manchas negras que rodeaban sus ojos ni del brillo que a continuación fueron perdiendo éstos, porque era feliz.
Era feliz. Y alguien tuvo el acierto de grabar en su epitafio: “Murió de felicidad”