Tempus fugit
R. podía escuchar en su cabeza el tiempo correr. No era el típico sonido rítmico, cadencioso, al que los relojes o los metrónomos han acostumbrado nuestros oídos que lo convierte en una sucesión de instantes aislados, sino un rumor continuo, a medio camino entre un zumbido y el ruido blanco
Sigue leyendo