Semana completa

– ¿Haces lo que quieres? Quiero decir, ¿eres feliz aquí?

– No sé, yo hago esto como podría hacer otra cosa.  Cualquiera de los que están aquí podrían sorprenderte si te parases a conocerles. ¿ves aquel de allí? Es pianista en una banda de jazz, quedan a ensayar todos los martes y jueves a las siete de la tarde .  El chico rubio de gafas que parece un empollón de película americana ha ganado un par de campeonatos de poker.  La chica morena de coleta está secretamente enamorada de él y -no digo que ambas cosas estén relacionadas- escribe unos poemas preciosos. La que se sienta a su lado acaba de adoptar un perro, o quizá sería mejor decir ‘otro’, porque ya tenía otros dos.  El señor que limpia los cristales una vez a la semana acaba de dejar de fumar porque su hijo se lo pidió como regalo para su séptimo cumpleaños.

Fuera de las cuarenta, o alguna más, horas a la semana que se pasan aquí, estas personas tienen otros gustos, costumbres, vicios, amigos, amores, tristezas, desencuentros y pequeñas felicidades. A veces hablan de ellos, incluso los comparten. En algunas ocasiones la frontera que se habían encontrado entre esos dos mundos se deshacen, como aquellos dos de mas allá, que quedan todos los jueves para ir a nadar a la playa, o unos jovencitos -él también escribía unos poemas maravillosos- que se conocieron aquí y el otro día vinieron a presentarnos a su hija.

– Me pregunto cómo sabes todo eso…

– Simplemente lo sé.  A lo mejor es que llevo demasiado tiempo en este lugar.  A lo mejor es que sí que soy un poco feliz aquí.